[Tiempo de lectura estimado: 12 minutos].
Dos nuevas especies financieras han surgido en el lodazal de las RR.SS: los “ingenieros del ahorro y la independencia financiera” (IF) y los “rockstars de la inversión y el postureo financiero”. O, como los unos se llaman despectivamente a los otros, “lonchafinistas” y “despilfarradores”. Y que, como todo en este país, ha dado lugar a pescadores en río revuelto: los gurús de la IF por un lado y los becarios del financiero por otro. Se ha generado así un nuevo y peligroso “ecosistema” en RR.SS que viene a sustituir al anterior de los calientavalores y vendedores de cursos milagrosos y salas de trading diario. Todos conocemos ya el devastador efecto que estos últimos tuvieron en muchas personas: decenas de miles de pillados en Abengoas, Quabits, Urbas, Sniaces, Service Points, Coemacs, Pharoles, DIAs… así como decenas de miles de cuentas de trading diario quebradas en menos de un mes.
Durante muchos años, he estado combatiendo a toda esa caterva demostrando no sólo sus peligrosas intenciones, sino la realidad de cómo funcionan los mercados. Es decir, no ha sido sólo combate, sino también análisis y demostración de hechos. Y los que conocéis mi historia, sabéis que eso (junto con mi estilo ácido, duro, de no dejar títere trilero con cabeza) me ha generado gran cantidad de enemigos en el “lado oscuro”, no sólo en el grupo de los más famosos calienta valores, sino también entre aquellos que creen ser “genios de las finanzas” por trabajar poniendo 1+1 en un Excel (y encima les da 3). Como bien sabéis, todo empezó con Gowex…
En 2018 decidí darle forma profesional a todo esto buscando aportar valor y lograr ayudar a la gente a evitar caer en las constantes trampas de aquellos que vampirizan sus ilusiones (y en muchos casos, su ignorancia). Y durante gran parte de estos dos últimos años, lo que más he combatido desde Bitácora de Bolsa y Economía han sido noticias y análisis de la prensa salmón que interesadamente publicaban publirreportajes destinados a favorecer a quienes les pagan por ellos. Ahí están los análisis de las noticias sobre el plan de negocio de Amper (vendido como el nova más, desmontado por mí en apenas 4 páginas y demostrado ya ser filfa por los propios resultados de la empresa), los análisis de situación real de Mediaset o DIA (sobre los que la prensa salmón no dejaba de posicionarse en una interesada ambigüedad) o la puntual evolución de un Ibex que los medios siempre apuntan a más de 11.000 todos los años y que desde Bitácora siempre hemos dicho desde 2018 que acabaría en 6000.
Y mientras todo eso ocurría, he asistido, como espectador, al surgimiento de un montón de cuentas personales que nos muestran sus “sesudas estrategias” de inversión “a largo plazo”, haciendo del dividendo una religión de los “ingresos pasivos” y, del “interés compuesto”, un dogma de fe, ignorando, por un lado, que el dividendo no es más que retracción actual de capital futuro sujeta a fiscalidad presente (y encima en peligro de extinción, ya que el dividendo dejó de ser lo que era, reparto de beneficios, para pervertirse y convertirse en droga de zombies bursátiles, una droga que ya no se paga vía beneficios, sino vía deuda y, por tanto, empeorando en cada reparto la viabilidad de la empresa) y, por otro, creyendo que la actual etapa “siemprealcista” bursátil en USA que comenzó en 2010, será eterna… El dolor será grande, y ya se vivió esta historia antes. Se llama Nueva York 1929. Se llama Londres 1720 (los Mares del Sur). Se llama Amsterdam 1637 (Tulipanes). Volverá a ocurrir. No será diferente esta vez. Y tal vez no sea 2021, ni en 2022… pero será, y no dentro de mucho. Y se va a llevar por delante a millones de “genios bursátiles hechos a sí mismos”. La palabra mágica: Robin Hood.
Lo más sorprendente de todo esto, es cómo esas cuentas logran atraer 2000 o 3000 seguidores en menos de un mes, y no, no son comprados. Son reales. Tan reales como que son ellos mismos los que siguen al resto de los que son como ellos, en un peligrosísimo ejercicio de sesgo de confirmación en el que todos realimentan lo “acertado” de lo que hacen todos. Esto se produce como consecuencia de las ganas de “independencia financiera” en las que viven los llamados “millenials”: ante la enorme dificultad de encontrar un trabajo que logre satisfacer la triple necesidad de realización personal, laboral y económica (surgida de que sus progenitores les prometieron que lograrían eso si estudiaban y se esforzaban), buscan formas alternativas de lograr ingresos sin tener que ser esclavos de un trabajo/empresa que los destroza psicológicamente. Aquí radica el concepto fundamental: no es tanto hacerse rico como evitar ser esclavo de un trabajo mal pagado, o de ambiente tóxico, o de nula perspectiva de crecimiento labora (o las 3 a la vez). Además han visto cómo sus progenitores han sido víctimas de la llamada “carrera de la rata”. No quieren hacerse ricos, quieren darle sentido y provecho a sus vidas. Y saben que eso pasa por pagar facturas, y que no será posible a través de un trabajo que ya nunca será para siempre y les exigirá volver a la casilla de salida cada X años hasta que sean expulsados del juego de la oca laboral por obsolescencia. Confunden así “independencia financiera” con “independencia laboral”. La diferencia es importante.
Independencia financiera es, en realidad, la capacidad que alguien tiene de poder vivir sin la necesidad de generar ingresos. El problema es que, salvo herencia o lotería, lograr llegar a ello exige emplear mucho tiempo para crear ese patrimonio o generación de ingresos pasivos. Tanto, que al final la mayoría de los que lo intentan acaban siendo esclavos de algo peor que un trabajo: ser autónomo. Por tanto, se trata más de ser capaz de tener libertad para generar ingresos desde diversas fuentes, sin estar “atado” a algo único, endeble e inseguro, que de lograr no necesitar generar ingresos. Y eso no es independencia financiera, sino laboral.
Tras la crisis del 2008, y gracias al poder divulgador de las RRSS, surge toda una industria sobre “cómo ganarse la vida con la bolsa”: bajo el anzuelo del “si quieres puedes” y “el cielo es el límite”, se vendió algo especulativo y sujeto a muy alta incertidumbre (trading) como un medio para conseguir “seguridad” económica de manera regular: se vendían sistemas que “garantizaban” 3000 o 4000 € al mes operando diariamente en un “cómodo” horario de 9:00 a 17:00 repitiendo el patrón establecido por el gurú de turno. ¿Qué podría salir mal? Muchos ratoncitos acudieron al dulce sonido de los nuevos flautistas de Hamelín con la esperanza de mandar a tomar vientos a sus tóxicos jefes y compañeros de trabajo gracias a esa capacidad de generar ingresos regulares de manera sistemática. Fue el primer capítulo del llamado “Fuck you money” y acabó mal… Los ratoncitos no sólo se arruinaron fundiendo varias cuentas de trading en pocos meses, sino que encima tuvieron que pagar altísimas cantidades de dinero por cursos y programas de trading que cuando demostraban no funcionar, sus creadores arremetían contra sus alumnos culpabilizándoles de “no haber sabido aplicar el sistema”. No sólo hubo coste económico, sino emocional: la gente no se sintió engañada, sino que se sintió una mierda por no haber sido capaces de ser como el gurú (que es infalible) y aplicar el sistema mágico. Sentían que la culpa era de ellos y de su falta de talento. No se habían esforzado lo necesario, no lo habían deseado con todas sus fuerzas… Tal era el poder manipulador de los gurús que, por supuesto, estaban convenientemente instruidos en esas armas tóxicas de destrucción masiva de voluntades llamadas coaching y PNL.
Pero la fiebre de los cursos y salas de trading no afectó a los milenials, sino a los que en ese momento tenían alrededor de 40 años y estaban sufriendo los efectos de la crisis del 2008: demasiado “viejos” para volver a encontrar trabajo, demasiado “jóvenes” para jubilarse, y sin ninguna capacidad (ni ganas) de emprender por su cuenta. Eran carne de cañón: buscaron una salida rápida y fácil a un problema complejo.
Esto lo aprendieron bien los milenials, que pensaron “a nosotros no nos engañan con sistemas mágicos”. También aprendieron que la vivienda en propiedad vía “hipotecas de por vida” o la compra de un coche “que pierde valor cada día”, eran vestigios fósiles de otra época donde se vivía por y para “las cosas”, y eso ataba a la gente a un sitio de por vida. Ellos son espíritus libres y necesitan libertad laboral (aunque ellos lo llamen financiera). Pero para poder permitírserla, han recurrido a algo casi peor que los sistemas de trading: ellos no caen en la trampa de los sistemas mágicos vendidos por gurús, ellos diseñan los suyos propios. Queriendo no ser víctimas de vendecursos y gurús, eligen ser “autodidactas” financieros. Han cambiado el “tú puedes” del gurú por un “yo puedo” fruto de un sistema educativo que les ha hecho creer eso, sin darse cuenta de que su memoria y vivencia económicas no van más allá del 2008.
Muchos de ellos ni siquiera tenían 10 años de edad cuando ocurrió el pinchazo de las .com en el 2000 (un hecho que, aunque ciertamente se trató de una burbuja y su pinchazo supuso un revés financiero de alcance global, dista mucho de ser un crack financiero como el del 2008, y este, a su vez, está a años luz del de 1929). No entienden que el mercado bursátil americano no funciona como en las películas ni en los libros de economía, sino que es un yonkie que vive de la droga que le da la FED, una droga que no puede ser infinita. Creen que esta vez “será diferente” porque Facebook, Amazon, Google y Apple son todopoderosas y eternas (es normal, es el mundo en el que han crecido y creen que es el único posible). Carecen de la perspectiva de haber vivido caídas de imperios otrora todopoderosos y eternos como General Motors, General Electric, Enron, IBM o Hewlett Packard. Se olvidan de que esas empresas fueron vistas en su momento por la gente que entonces tenía su edad, como las empresas del futuro: para la gente de su tiempo, eran el único mundo posible. No saben ver que a las FANG les pasará lo mismo. “No veo a nadie dejando de usar Apple o Google” dicen. No entienden que eso mismo se decía de Enron e IBM en 1980. No entienden que los futuros Zuckerberg y Jobs ahora tienen 14 años (o menos) y que dentro de 10 habrán convertido en obsoleto lo que ahora es vanguardia, con Tesla como posible paradigma de la “Enron del 2030” o Facebook como la nueva “General Motors”.
Pero mientras creen estar creando su patrimonio futuro que les asegure la independencia financiera en menos de 10 años, tienen al mismo tiempo que pagar facturas. Y para poder compatibilizar inversión y vida, buscan fórmulas mágicas fuera de la inversión. Aquí es donde aparecen los gurús de nuevo cuño. En lugar de caer en las redes de vendecursos y salas de trading, caen en los cantos de sirena de dos grandes grupos que han visto en esta necesidad de los milenials, una buena forma de ganar repercusión, cuando no de ganarse la vida vendiendo obviedades y dogmas que, llevados al extremo, pueden llevar al descarrilamiento financiero de toda una generación.
Los boomers creyeron haber encontrado en el ladrillo el elixir de la IF porque la vivienda siempre sube, hasta que la burbuja estalló y muchos se dieron cuenta de que los ladrillos no se comen. Los milenials creen ahora que la inversión en bolsa a largo plazo les llevará a la IF porque a largo plazo la bolsa siempre sube. Y como siempre, una generación cree que a ellos no les pasará lo que a las precedentes. Spoiler: ya sabemos cómo acaba la película. La única duda es cuándo. Y no falta mucho.
Al calor de esta fiebre por la búsqueda de IF, han surgido dos grupos de oportunistas que viven en los extremos del espectro de vendehúmos financieros: los lonchafinistas y los posturetas.
El término “lonchafinista” describe, despectivamente, a las personas que para poder aumentar su tasa de ahorro, recurren a recortar “de donde sea” en lugar de centrarse en generar mayores ingresos. Uso de cupones, vender todo lo posible en Wallapop, tener la nevera atiborrada de Hacendado, pasar las vacaciones hacinados con el resto de cuñados de la familia o ser clientes vips del Burger King, son algunas de las cosas que los que desprecian a los lonchafinistas les achacan. Recordemos que el término deriva de “loncha fina (de mortadela)” y la idea de que si un paquete de mortadela lo partimos en lonchas finas, durará más. El peligro de este grupo de gente está en creer que todo gasto es superfluo y todo ingreso debe ser destinado a invertir en bolsa para lograr, multiplicador mágico mediante, la independencia financiera. Y de esta manera, gente que gana no más de 2000 y pico euros al mes, reduce sus gastos a la mínima expresión, logrado aportar 1500 € o más todos los meses a sus fondos/carteras de inversión. Obviamente eso pasa en muchos casos por vivir con los padres. Y así, vemos a gente de 30 años que en apenas 4 ha logrado juntar más de 60.000 € invertidos en bolsa (he llegado a ver carteras de 250.000€ con sólo 30 años de edad), a costa de “retrasar experiencias”, renunciar a formar familias y aguantar difíciles situaciones laborales. Dentro de 4 años, habrán logrado doblar el tamaño de sus carteras, pero no por revalorización, sino por sus regulares aportaciones periódicas: han convertido la bolsa y los fondos de inversión en huchas. ¿Qué podría salir mal?
Los lonchafinistas extrapolan sus agresivas tasas de ahorro y claro, habiendo ahorrado 60.000 € con 30 años, antes de los 40 creen que estarán en más de 200.000 sólo vía ahorro, y aplicando las tasas de rendimiento bursátil en USA de los últimos 10 años junto con la pócima mágica del interés compuesto, se ven con cerca de 2 mill de € antes de los 40. A esta gente no les explicaron de pequeños el cuento de la lechera ni parecen ser conscientes de que el mundo en que vivimos ya no permite hacer cábalas a 10 años vista: lo que hoy damos por seguro, en 6 meses puede dejar de existir. En todos los aspectos: social, político, económico, sanitario, jurídico… Creen saber las reglas del juego porque se leyeron el reglamento del Monopoly, leen a Buffet y han visto en el cine “The Big Short”. No han visto nada.
En el otro extremo del espectro están los posturetas. Dentro de este grupo, a su vez, hay dos subgrupos que se llevan a matar: los gurús del FIRE y los becarios del sistema financiero. Son el Agile y el Waterfall de las finanzas. Comencemos con los primeros.
Si bien el movimiento FIRE (Financial Independence, Retire Early) resurgido con fuerza en 2010 realmente aplica más a los lonchafinistas (FIRE es en esencia frugalidad), le ha pasado algo similar al movimiento Agile en el desarrollo de SW (que surgido de los desarrolladores, ha acabado en manos de gurús de la felicidad): FIRE ha acabado por ser la excusa para que muchos escriban libros, den cursos o generen sustanciosos negocios de newsletters con ingresos por afiliación, con la felicidad en forma de independecia financiera por bandera (y Scott Rieckens como máximo exponente). Estos posturetas de la felicidad financiera se caracterizan por decir haber comenzado su viaje hacia la IF mediante el lonchafinismo y la frugalidad, hasta que se dieron cuenta de que así lo único que hacían era soportar una vida cutre, para nada molona y que a medida que pasaba el tiempo no les liberaba de nada. Al contrario, eran esclavos por partida doble (de sus trabajos y de su obsesión por el ahorro) para llegar apenas a 20.000€ anuales ahorrados. Hicieron cuentas y vieron que con 50 años y apenas 400.000 € ahorrados, no podían jubilarse y vivir a todo trapo al mismo tiempo que pagar los estudios de sus hijos.
Estos gurús “vieron la luz”: la verdadera independencia financiera, el verdadero FIRE, el “Fuck you Money” de verdad, no se consiguen ahorrando e invirtiendo, sino aumentando ingresos. E invirtiendo. Coinciden con los lonchafinistas en el poder mágico del largo plazo y el interés compuesto de un ser mitológico llamado mercado “siemprealcista”. Coinciden también en cierta medida en evitar gastos superfluos, con la diferencia de que el lonchafinista lo lleva al extremo (para él todo es superfluo) pero el gurú del FIRE está ya en el siguiente nivel: sabe qué es superfluo y qué no. Y además sabe que es más importante generar nuevas vías de ingresos que aumentar la tasa de ahorro. El gurú del FIRE sabe que no hay ninguna felicidad en el ascetismo y frugalidad extremas del lonchafinista. Ellos ya pasaron por ahí, y aquí es donde sacan su vena de “gurús molones”: en la idea de que superfluo es sólo aquello que no genere en ti una vivencia o experiencia memorable. Por tanto, es posible que un gurú del FIRE te diga que un iPhone de 1200€ es algo superfluo, pero un chuletón de Kobe de 250 € la pieza no (eso sí, con plato y tenedores de plástico que las vajillas de cerámica no aportan nada a la experiencia… dicen).
Y como viven orientados a las “experiencias memorables” como base de la felicidad, han encontrado terreno abonado para sus patrocinados mensajes y libros de obviedades: el gurú del FIRE se ha dado cuenta de que la verdadera vía de ingresos extra es la de contarles a otros cómo lograr la IF sin renunciar a la felicidad del día a día y sin ser etiquetados de lonchafinistas. Y así, llenan las redes de cuentas y newsletters donde les dicen a otros que si quieren aumentar sus ingresos, deben encontrar la forma de que alguien les pague por hacer algo que ese alguien necesite. Esa es toda su sabiduría. De ahí no pasan. Pero como adornan esa obviedad de un calculado (e impostado) story telling que saben cómo redactar para llegar a la fibra sensible y pseudo-racional del aspirante a FIRE (pero del FIRE molón, no del lonchafinista), generan en su audiencia la sensación de estar leyendo sabiduría desde la voz de la experiencia.
Acompañar ese relato de fotos en la playa, cervezas marca top y chuletones de Kobe, son la clave para enganchar a decenas de miles al grito de “¡sí tío, tú molas, quiero ser como tú!”. Hay que reconocer que es una jugada bien calculada: se mantienen equidistantes entre el lonchafinismo deprimente y el chonismo cutre e impostado del tatuaje, mansión y Lamborghini de los vendesistemas de trading. Esa equidistancia, el hecho de hablar sobre inversiones a largo plazo y con interés compuesto, y la aplastante obviedad de sus obviedades a la hora de decir que hay que aumentar los ingresos, les hace “creíbles” y atractivos… Hasta que su audiencia se dé cuenta, varios meses (o años) después, de que el gurú lleva repitiendo las mismas palabras todo el tiempo sin lograr decir nunca nada. Para entonces, millones de libros vendidos después, miles de patrocinios bien cobrados y cientos de cursos y charlas sobre el asunto, el que habrá logrado la verdadera IF será el gurú. Y es que si una newsletter es gratis… le pasan dos cosas: una, que su contenido no aporta valor (colección de obviedades, generalizaciones y frases hechas pero reconstruidas a la neolengua de la audiencia del momento) y la otra, que el producto eres tú.
Y llegamos al último espécimen financiero de nuevo cuño: los becarios del financiero metidos a rockstars en RRSS. Estos suelen ser menores de 40 años y mayores de 30 que viven en un mundo aspiracional de trajes, corbatas, viviendas de ensueño e hijos en los “mejores colegios” (eso es lo que han visto en sus jefes y eso es lo que creen que van a conseguir… Spoiler; acaba mal). Para ello, desperdician su vida (ellos lo llaman “aprendizaje”, de ahí lo de becarios, muchos ya cerca de los 40) en reuniones insufribles y modelos económicos dictados en 1960 con los que intentan “entender” a las empresas en 2020. Desprecian tanto a lonchafinistas como a los gurús del FIRE. A los primeros, porque los consideran “perdedores”.
Los becarios del financiero deciden optar por vivir por encima de o, al menos conforme al máximo de, sus posibilidades y para ello necesitan hacer creer a toda costa y en todo momento que ellos no son lonchafinistas “porque se lo pueden permitir”. En ese sentido, no pasa un solo día sin que nos recuerden en sus redes sociales que, a diferencia de los lonchafinstas, ellos no beben Don Simón de 3€ ni Cruzcampo, y nos enseñan la botella de vino de 60€ que se acaban de tomar (quienes sabemos de vinos, sabemos que es la misma que la de 25-30 € por la que cobran el doble o más por ser gilipollas certificado), el restaurante al que van de cena todos los fines de semana (pero no nos enseñan que comen mortadela de lunes a viernes para poder pagar la cuenta) y las vacaciones molonas que se pegan en Bali, Phuket o Isla Mauricio (dejando la cuenta de ahorros a 0 o llegando incluso a pedir crédito). Por supuesto, para ellos lo digno es tener un iPhone (pero de los de gama baja, porque ellos “saben”), no tienen vivienda en propiedad ”porque aún no han encontrado nada a la altura de lo que merecen” (la realidad: creen que por la misma cantidad que otros se hipotecan, ellos pueden vivir en un ático dúplex en zona supercool porque son más listos, saben “cómo funciona esto” y “saben esperar”) y BMW y Audi son “de quiero y no puedo” (mientras se mueren por lograr pillar uno con un 40% de descuento porque conocen al amigo de uno de un concesionario que…).
El caso más extremo es el de aquellos que para poder hacer todo esto, logran, sí, tener nóminas de 4000 y 5000 € mes (o más) ex-bonus a costa de estar trabajando 24 h al día y, en algunos casos, exiliados al tercer mundo en elitistas burbujas urbanas rodeados de millones viviendo en la miseria (es en esos sitios donde más dinero puede ganar un becario del financiero, dado que en los países ricos, todas las posiciones están ocupadas por “hijos de”… el financiero es el sector con más nepotismo de cuantos existen).
Por otro lado, los becarios del financiero odian a los gurús del FIRE por algo que también achacan a los lonchafinistas: por hablar de finanzas e inversiones bajo un total y absoluto desconocimiento. Los becarios del financiero “viven” en el “corazón” del sistema, no como los FIREs (frugales o no) que delegan la inversión a gestores de fondos de dudosa calidad y conocimiento o, en el mejor de los casos, realizan gestión activa invirtiendo en empresas que desconocen más allá de leer el Expansión. Los becarios del financiero “hacen excels”, “leen bloombergs”, tienen “calls con las empresas” y usan TIR, ROE, ROCE, Cash Flow y otros abracadabras financieros en la creencia de que los números que les pasan son verdad.
Pero a la hora de la verdad, son incapaces de generar rentabilidad con sus propios ahorros ya que al creer que disponen de “información que sólo tienen ellos”, apuestan hipnotizados por el humo que el financiero de turno les muestra en los llamados “guidance” y que no son más que PPTs llenas de buenas intenciones y pocas realidades. Justifican su propia debacle financiera (que incluye el ser incapaces de darse cuenta de que las propias entidades financieras para las que trabajan están quebradas) bajo la magia del “se trata de cumplir el plan de negocio”, en la creencia de que el management de esas empresas sabe lo que hace (al fin y al cabo han estudiado lo mismo que ellos y usan las mismas pócimas y fórmulas de 1960… ¿qué podría salir mal?). Sí, son conocedores de la importancia de la estrategia, pero la relegan a lo meramente financiero, trabajan siempre bajo la hipótesis de que lo importante es la formulación estratégica y dan por hecho que su ejecución será la correcta. Y ahí es donde fallan: al desconocer cómo funcionan de verdad las empresas, no son conscientes de que donde falla un plan de negocio es en la ejecución de la estrategia (en forma de proyectos y operaciones fallidos, ineficientes o mal gestionados). Y eso, no se lo va a contar un CFO. Tal es el desconocimiento que tienen de las empresas en las que dicen invertir, que hace poco escuché a uno de ellos decir que invertía en Ali-Baba “por sus nobles principios y valores humanos”. ¡Telita!
Los becarios del financiero son, en realidad, anti-IF: creen que el mundo debe funcionar según sus cánones de “éxito”, es decir, la gente tiene que considerar como cool, y como ejercicio de sana realización personal y profesional, compartir 20 h diarias con psicópatas en traje y corbata que subcontratan la gestión de sus familias a nanys, o que pasarse el día en reuniones y conf calls con Excels y PPTs inventadas es ser “tope profesional” y que la vida consiste en aguantar presión hasta que te llegue el ansiado ascenso, palabra que rige sus vidas. No sólo eso, sino que etiquetan como mediocres, perdedores o gente sin talento a los que no aceptan ese sistema . Con ello, lo que logran es perpetuar sus tóxicos ambientes de trabajo aptos sólo para unos pocos psicópatas, exportando ese modelo de falso éxito más allá del sector financiero, haciendo que el resto, cientos de miles, deseen escapar de sus asfixiantes y tóxicos trabajos buscando la IF como alternativa, recurriendo para ello al lonchafinismo, los sistemas de trading o a los gurús del FIRE. Y con esto, se cierra mágicamente el ciclo de por qué muchos buscan la IF: como reacción a la imposición de un sistema laboral tóxico vendido como “éxito” por psicópatas y sus becarios (aspirantes a).
Los becarios del financiero (y sus jefes) no pueden permitir que la gente logre la IF: eso significaría demostrar que ellos estaban equivocados y no son la élite que creían ser, dado que gente sin experiencia en el sector financiero habría logrado, vía inversión y en relativamente poco tiempo, algo que ellos no conseguirán en una vida entera. Por eso, aquellos que persiguen la IF obvian, peligrosamente, que el propio sistema financiero está diseñado para perpetuarse y esclavizar al resto: jamás permitirá que una amplia parte de la sociedad logre la IF. No al menos sin renunciar a muchos de los placeres y ventajas creados por el propio sistema financiero. Quien crea que con 40 o 45 años podrá vivir de sus ingresos pasivos porque ahora con 30 tiene una cartera de fondos de 120.000€ al 12% anual, no va a tardar en darse cuenta de que cuando lo apuestas todo al negro, antes o después sale rojo, la banca gana y tú pagas con intereses. Para entonces, es posible que los becarios del financiero hayan sido prejubilados en sus entidades, tengan que hacer frente a costosísimos divorcios y afrontar una no menos costosa terapia mental. ¿Quién se quedará con la casa de campo y quién con el pisito en la playa? Aquí, los que alcanzan la verdadera IF son los abogados y los psicólogos.
Llegados aquí, quizás pienses… ¿Y cuál es la moraleja de todo esto? ¿Que todo es una mierda? No. La moraleja es que el cuento de pensar que somos más listos o estamos mejor preparados que nadie, y por ello podemos planificar nuestra vida a largo plazo donde otros no pueden, acaba mal. La moraleja es que si no empezamos a entender que ya no vivimos en 1987 y que por tanto no es posible hacer planes a 10 años vista, cuando nos demos cuenta habremos perdido 10 años de golpe que no podremos recuperar. ¿Significa esto abandonarse al Carpe Diem? No, significa tomar conciencia real del entorno, sin hacerse uno mismo el cuento de la lechera. Significa saber dónde está el Norte y no caer en la desesperación de brújulas enloquecidas por constantes cambios en el electromagnetismo social, económico, político o laboral, que dan lugar a los gurús e influencers de turno con soluciones mágicas y molonas que fallan como escopeta de feria. Y seré claro: la inversión basada en dividendos e interés compuesto bajo la creencia de que se puede conocer la evolución de una empresa sólo a través de las cuentas o la estrategia que publica (el llamado análisis fundamental, AF), es una de esas fórmulas con billete a la ruina. Es la traslación financiera de jugar al casino: “¿Por qué apostar al negro? Porque antes salió rojo, y la teoría dice que…”. Sí, hay inversores (Quants) cuyos sistemas son 100% estadísticos. Y la estadística es, como las cuentas presentadas por la empresa, otra forma de modelar mentiras. Sólo que los Quant parten con una ligera ventaja: el peso de la historia (lo cual no evita que un evento de fat tail, o un cisne negro, les lleven a la ruina). Del análisis técnico y sus derivadas de astrología bursátil, mejor no hablo (sí, hay una base de reflejo del comportamiento de masas en el AT, pero la forma en la que la mayoría usa el AT,como si fuese la lectura de una constelación astral o los posos del café, es peor aún que el juego de casino que el AF). Para otro día me reservo el hablar de la mediocridad existente en la mayoría de gestores de fondos, más preocupados por la venta y marketing de los mismos, que de su gestión, donde hay verdaderas atrocidades. Sí, hay perlas en ese océano, pero lo que abundan son los cantos rodados.
A todo eso puede ayudar Bitácora de Bolsa y Economía: a poner norte en el camino. Porque aquí no somos de dogmas, creencias, fórmulas ni pócimas mágicas. No prometemos el Santo Grial de la Independencia Financiera, ni nos abandonamos a un “sistema” o “estrategia” de inversión “infalible”, ni prometemos altas rentabilidades, ni nos dejamos llevar por las demostraciones de falso talento de financieros a los que 1+1 les da 3, y si a eso luego le restas 1, se quedan en 0. Observación del entorno, análisis sistémico basado en experiencias sobre el terreno donde ocurre la actividad real de las empresas, identificación de tendencias socioeconómicas, y un minucioso y cuidado filtrado del humo y el ruido informativo, son las herramientas que te proponemos. No para lograr la independencia financiera, sino para ayudarte a lograr independencia de pensamiento y criterio propio. Sí, prometemos que dejarás de cometer los errores que te han provocado abultadas pérdidas (te vamos a enseñar a no perder tu patrimonio por escuchar cantos de sirena en forma de “sesudos análisis” y falsas rentabilidades de dos dígitos) y que cuando seas parte de nuestra comunidad, ya no volverás a ver el mundo como lo veías antes, ni darás credibilidad a titulares creados para el ciego consumo de masas.
A partir de ahí, el camino, lo eliges tú.
Tiene mas valor este post que las numerosas newsletter de ciertos individuos. Siempre ha existido gente que busca a un mesías que le diga lo que debe de hacer para vivir una vida de éxito (independientemente de lo que signifique eso) y si no lo haces, eres tonto. Los hubo, los habrá y los seguirá habiendo. Para el resto de humanos que no quieren promesas si no un análisis critico de lo que sucede en el mundo, buscarán hueco en estas clase de blogs o cuentas de twitter o donde sea, a pesar de lo duro que resulta a veces saber la verdad y desaprender lo aprendido. El articulo es acertado, y se hace bien en avisar no solo de estos “vendehumos” si no de lo que lo que va a pasar ya ha pasado otra vez, y por muchos platos de plastico que utilicemos, no nos hará salvarnos de la siguiente crisis.
Han clavado mi vida o mi forma de ver la vida hasta 2017. Casi siempre eran ganancias hasta la fecha. Dejé el trabajo, incluso. Entre la soberbia y querer leer sólo lo que a uno le interesa de la prensa interesada, te acaban tirando al suelo. Cuando digo soberbia, al ser un pecado capital, uno no quiere reconocerlo: crees que estás ganando pasta porque has dado en el clavo, ya te ves como un entendido, cuando realmente estás navegando (el mercado te está llevando) hacia los máximos o el final de un ciclo alcista, como me pasó a mí. Y tú cerebro te dice “¿y esta bajada?, es normal que corrija, no lo saques, siempre has ganado, capullo“. Luego vienen más caídas del precio… Luego tú entero.
Y creedme, te levantas físicamente porque tienes que llenar la nevera pero emocionalmente aún sigues tumbado en el suelo, años después. Afecta a tu familia. Te juegas el quedarte solo. Tienes la sensación de que prefieres no estar a seguir como un zombie.
Invertid dinero que no vayáis a necesitar, por si acaso. Yo me arruiné.
Haced muchas demos y pedid ayuda o que os enseñen a echar el freno y reflexionar.
Espero que os haya servido.
Un artículo completamente necesario para cualquier persona, pero en especial para la gente de mi generación, para hacerles abrir los ojos. Cada generacion es tan arrogantes de pensar que son los putos amos, los más informados y que sí saben como va el mundo, no como las anteriores. La realidad es que la mayoría no entienden el porqué fracasaron las anteriores y eso si llegan a saber el como… Lo que los condena a caer, sino en pacas (son más listos que eso ja ja ja) en pornográficos con la picha corta (artículos sin ningún contenido más allá de palabrería barata) que después del polvo (leer su artículo) te dejan igual que estabas. Caen en esto o en cualquier otra cosa por no ser conscientes de quien son, cual es su contexto y a qué pueden aspirar de verdad.
Artículo recomendadísimo y es que esto es bitácora bolsa, conocimiento, análisis y perspectiva, para entender el mundo que nos rodea y ser conscientes de nuestro contexto para ser capaces de elegir el camino correcto para cada uno.
Muy bien artículo, siento entre gracia y pena leyéndolo. Gracia por la forma clara de explicarlo y pena por los que caen o hemos caído en estos estafadores.
Espero que este articulo lo lea muchisima gente. Articulo necesario para todos los amantes de la bolsa. Para todos esos que hacen lo que cualquiera escribe por un tuit o una web. Articulo que le ayudara no llegar a la ruina, porque sabemos que al final llegara si no entiende los cambios y como adaptarse a los nuevos tiempos.
Servicio este mas que imprescindible, como se dice, aqui no se dan señales para ganar dinero. Aqui explica como funciona todo esto y como ve ciertos negocios. En los que cada uno luego puede analizar y entrar. Pero explicandote que es lo que suele a ver detras. Que gracias a eso salvo de la ruina a muchos inversores.
Estos son los articulos que se deberian de hacer virales y nos ahorrariamos muchos disgustos. Como siempre, un placer leerte
El artículo me encanta y me duele a partes iguales.
¿Por qué me encanta? Porque pone a todo el mundo en su sitio (sobre todo a los millenials, es decir a mí): a los lonchafinistas, a los despilfarradores, a los vendehumos, a los que viven por encima de sus posibilidades, a los que se creen los reyes del mambo, a los que viven pensando en el cuento de la lechera… y claro, tocando tantos palos, alguno te toca de cerca.
¿Y por qué me duele? Yo que trabajé en una “Big4” en mis inicios, es muy difícil no verse reflejado en algunas actitudes. La cultura y ambiente te empujaba a ello (te lo dicen en el acto de apertura abiertamente: “sois los mejores, por eso estáis aquí”). Te hacen creer que eres mejor que el resto, que tu carrera es infinitas veces mejor que la de otros y en tu vocabulario normal (en castellano) vives entre “calls”, “meetings”, “management”, “partners”… te hacen creer que por llevar un traje con 23 años eres el lobo de Wall Street (lo hacen para que después de currar 14 horas al día, vuelvas un día más a la oficina). Nada más lejos de la realidad. Aquí hay mucho (pero MUCHO) postureo y gente que vive muy por encima de sus posibilidades pensando que alguna vez serán socios y que, en ese momento, podrán darse los caprichos a los que están acostumbrados pero pagándolos cómodamente. El cuento de la lechera a lo bestia. Menos mal que me duró poco esa etapa, menos mal.
Pero es que luego me dio por invertir. Gowex me iba a hacer millonario y dejar de currar a los 35. La verdad que a esas tasas de crecimiento que llevaba…podía ser jajaja. Menos mal que tuve suerte y pude salir de ahí más o menos airoso.
Por suerte, a día de hoy tengo más claridad en cuanto al futuro (y mira que es incierto). Al menos, soy más realista. Al menos he entendido que un euro de liquidez puede ser mucho más rentable que estar invertido (parece una obviedad, pero hay muchos ahí fuera que aún no lo han comprendido). Al menos, he aprendido a que los planes se adaptan (porque los planes se hacen con una serie de hipótesis, y si fallan no hay que empeñarse en tener razón). Al menos he aprendido a escuchar las cosas que me gustan y las que no (los de la IF se retroalimentan y desoyen a todo el de “fuera de su comunidad”). Vamos que… por suerte, soy un Bolsanauta.
Me he divertido leyendo el articulo y en algunos puntos me he visto reflejada… no creo en cantos de sirena donde todos seremos ricos però si he caido en el Cuento de la independència financiera esperando un Mundo mejor … mucho que reflexionar
El análisis del entorno… que importante.
Los estados financieros, hay quien todavía no se ha enterado de que una foto fija aporta una información limitadísima.
Planes estratégicos… en fin…